Frijol






No hay mucho que pueda decir de Frijol que no digan estas fotos. Era un perro tranquilo, escuálido, con el rabo mutilado (me gusta suponer que en algún acto temerario del tipo salto en moto por un aro de fuego) y con una actitud de total desenfado ante la vida. Era un perro pequeño pero con un hambre incohercible. Lamentablemente viviendo yo en un departamento no podía obligarlo a sufrir el encierro, así que nos despedimos y él siguió su camino de inalterable paz en otra casa de familia.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

un perro al que la bacha de la cocina le queda tan grande merecía un comentario!!!

Rambo dijo...

Frijol era humilde hasta en su anatomía